Amparo Baró.

amparo baro

Los restos mortales de la actriz Amparo Baró serán trasladados esta tarde al Tanatorio Norte de Madrid y no se instalará capilla ardiente en ningún teatro de la capital para despedir a la intérprete tras su fallecimiento este jueves a los 77 años.

Según ha confirmado  su agencia de representación, finalmente, los restos mortales de la actriz no serán trasladados a Barcelona, donde nació el 21 de septiembre de 1937.

 

La familia de la actriz ha decidido que su velatorio sea en el Tanatorio Norte de la capital a partir de las 17.30 de hoy jueves.

 

Nacida el 21 de septiembre de 1937, Baró pasó su infancia en el colegio la Divina Pastora de Barcelona. Contaba que su afición por los libros procedía de su abuelo, un zapatero que le leía los cuentos de Las mil y una noches. Comenzó a estudiar Filosofía y Letras, con dificultades por los graves problemas económicos familiares —su padre llegó a ingresar en prisión—, pero pronto descubrió su vocación tras ingresar en el Teatro Español Universitario.

Cuando era una perfecta desconocida, Baró fue llamada en 1957 por Adolfo Marsillach —del que se enamoró— para sustituir a Amparo Soler Leal, que había caído enferma, en Las preciosas ridículas, de Molière, en un montaje de la compañía Windsor. Ahí comenzó todo. Del teatro, Baró dijo en una entrevista a este periódico —aunque aseguraba que nunca las leía— que lo consideraba “un espejo que te plantan delante para que te avergüences y te remueva la conciencia”. Una experiencia que para ella era “imposible” trasladar a la televisión, “porque siempre es un milagro de complicidad con el público”.

 

Tras el estreno con Marsillach, volvió a repetir con el actor y director catalán en Bososse, Ondina,  César y Cleopatra y Alejandro Magno, en el Teatro Lara. Posteriormente, en el Teatro Beatriz interpretó con la compañía Mayrata Oissiedo uno de sus papeles protagonistas en La calumnia, que le supuso un gran reconocimiento. En 1965 formó su propia compañía con compañeros como Luis Prendes, Elvira Quintanilla y Manuel Galiana. Entre las obras que llevaron a escena destacaron Los buenos días perdidos y Antígona. En 1967, se disolvió la compañía por falta de fondos. Hasta 1987, con el estreno de Materia reservada, realizó grandes interpretaciones teatrales, como en La casa de las muñecas, de Ibsen, calificada por los críticos como la mejor interpretación de su carrera.

 

Poco coqueta (“solo en el escenario”) y algo “feíta y bajita”, como ella misma decía, no se mordía la lengua a la hora de hablar de los políticos ni de sus compañeros de profesión. Como admitió en una entrevista en este medio, votó en las últimas elecciones generales al Partido Popular, pero después se sintió defraudada por el Gobierno de Mariano Rajoy.En el cine, ganó un Premio Goya a la mejor actriz de reparto por Siete mesas de billar francés (2007), dirigida por Gracia Querejeta. De su carrera cinematográfica confesó que había rechazado un papel en Pepi, Lucy y Boom… de Pedro Almodóvar, porque le parecía una película chabacana. Una decisión de la que, dijo, se había arrepentido: “Cuando la vi, ¡me maté de risa! Ahí fue cuando comprendí lo idiota que había sido”. En su trayectoria destacan Rapsodia de sangre, de Isasi-Isasmendi, Adiós Mimi Pompón, Tierra de todos, Tres de la Cruz Roja, Tengo diecisiete años, La banda del pecas, El Nido y El Bosque Animado.

 

En televisión también trabajó con Marsillach y con Jaime de Armiñán, en Galería de maridos, Las doce caras de Eva y obras como Diálogos de carmelitas o Los buenos días perdidos. Para los más jóvenes, Baró se hizo muy popular a partir de 1999 gracias al simpático personaje que interpretó durante siete años en la serie de televisión, 7 Vidas, junto a unos entonces jóvenes Blanca Portillo, Javier Cámara, Toni Cantó y Paz Vega. En aquella exitosa comedia coral dio vida a Sole, un personaje que describió como “una transgresora en una serie de antihéroes”. Por aquel papel obtuvo en cuatro ocasiones el premio a la Mejor actriz de la Academia de las Artes y las ciencias de Televisión.

 

Esa renovada popularidad la llevó a participar en los monólogos de El club de la comedia, en televisión. Después participó en la serie El internado, en la que daba vida a la gobernanta de un colegio con un pasado lleno de secretos.

 

Una de sus últimas actuaciones en las tablas, en 2011 y 2012, fue recompensada con el primer premio Ceres del Festival de Mérida a la mejor actriz por su papel en la obra Agosto, de Tracy Letts, dirigida por Gerardo Vera. A comienzos de 2014, Amparo Baró participó en los ensayos de la película La puerta abierta, de Marina Seresesky, pero su enfermedad le impidió seguir y fue sustituida por la también veterana Terele Pávez.