El zoo de cristal. Teatro Fernán-Gómez. Comentario crítico.

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RETRATO, TRISTE, DE FAMILIA.

Tennesse Williams vuelve a brillar en la cartelera teatral madrileña y en esta ocasión, lo hace con su obra más brillante: “El zoo de cristal”, escrita en 1944. En ella, el autor hace un retrato exhaustivo, sentimental y doloroso de una familia sureña. Una familia que ha visto mejores momentos, mejores épocas… Y que se encuentra en el más absoluto ocaso.

Hace unos años Cristina Rota llevó a cabo una versión, personalmente, oscura y complicada; tanto que me quedé fuera de ese hábitat matriarcal y asfixiante. No vi en los intérpretes a los personajes de Williams, no sentí compasión por esa adolescente encadenada a sus figuritas de cristal… Ni por esa mujer abandonada y agobiante… Ni por el joven que quiere, desea, ansía hacer realidad todos los sueños que vive en el cine, cada noche… Mientras se consume tras el mostrador de una convencional zapatería…

 

La adaptación de Eduardo Galán, dirigida por Francisco Vidal, es totalmente distinta, o quizá la he visto, la he vivido, la he sentido de otra manera:

 

Es ésta una obra de luchadores, de supervivientes, de personas que combaten denodadamente con un presente y un futuro desgraciados. No saben cómo hacerlo, no saben si lo hacen bien o mal… Sólo quieren, desean continuar viviendo y, con ello, gestando la posibilidad de que todo pueda cambiar y ser mejor.

 

Una mujer abandonada, aferrada a sus hijos y a un pasado glorioso que no puede conjugarse con el presente en decadencia que lo sujeta, a duras penas.

 

Una adolescente acomplejada, insegura, frágil como los animalitos de su zoo; que escucha música pasada de moda, como su felicidad, como su infancia… Quizá la época en la que se sintió fuerte, arropada por un padre que se fue y por un aparato que camuflaba su “defecto”, gracias a un defecto aún mayor.

 

Por último, joven atrapado en una zapatería, por unos pocos dólares a la semana; que deja correr sus sueños en una pantalla de cine; que soporta como puede el amor sobreprotector de su madre y que cada día comprende mejor a su padre, una sombra alargada… Una sombra que atenaza el presente y el futuro inmediato de tres personas condenadas al desastre.

 

Me ha gustado todo de esta obra. Su sencillez, su luz… Y sobre todo la interpretación de Silvia Marsó. Una mujer encantadora, evocando un ayer iluminado por 17 pretendientes que pertenecían a las clases más altas del lugar; una madre-esposa fracasada que se rebela contra tan injusto destino; una mujer que no sabe cómo empujar hacia la vida a una adolescente que deambula eternamente entre los animales de su zoo cristalino, cuyos reflejos no dejarán de atormentar a su hermano, y una veterana adolescente que en el fondo, desea ser su hija (no coja) al recibir en su casa a Jim (eterno y frustrado amor que, al fin, supo verla en el frágil unicornio…)

 

Sobresaliente, pues, para Francisco Vidal por tan gran trabajo y a todo el elenco. Sobre todo a Silvia Marsó, cuya madurez brilla con luz propia sobre las tablas del Teatro Fernán Gómez.

EL ZOO DE CRISTAL.

 

Teatro Fernando Fernán Gómez.

 

Autor: Tennessee Williams.

 

Director: Francisco Vidal.

 

Adaptación : Eduardo Galán.

 

Intérpretes: Silvia Marsó, Alejandro Arestegui, Carlos García y Pilar Gil.