LA MUDANZA. comentario crítico.

la mudanza comentario critico

 LA MUDANZA.

Perigallo teatro. (Celia Nadal y Javier Manzanera)

Teatro del Arte.

Una servidora, no sé si por vocación o por experiencia personal, pero siempre por convicción, tiende hacia los luchadores, los más débiles, hacia quienes reman contra corriente, hacia los que ganan con el sudor de su frente, aquello que obtienen, sea mucho, sea poco; hacia los que tienen que enfrentarse a gigantes y, aún en la derrota, no se rinden.

Una servidora tiene predilección por las compañías independientes. Pequeñas urnas de ilusiones teatrales que esconden, guardan, atesoran diamantes cuyo brillo comparten en pequeñas salas… mal llamadas alternativas…

Pero no se equivoquen; La Mudanza es un diamante en sí misma. Por su concepción, por su capacidad para atraparnos, por todo lo que guardan sus intérpretes y creadores, por la verdad que hay depositada sobre el escenario.

 

LA MUDANZA. Un cambio de casa, de vida, de cultura, de aire, de piel, de familia, de idioma… Un salto hacia el vacío, un empujón hacia la nada. Un desapego forzoso del pasado. Un miedo que se adentra en las entrañas al extrañar nuestro propio ser.

Perigallo Teatro ha jugado con el tiempo; el actual, un desahucio. Una pareja que ha de dejar su casa a la fuerza. Unos amigos que no se quedan cuando las vacas se dibujan flacas.

El pasado, una emigración, una de tantas en los años sesenta. Un matrimonio formado por un gallego y una murciana; dos personas, como tantas que no pudieron ver más allá de su barrio. Una mujer inocente, aniñada que quiere darle a todo un rostro positivo… Y un hombre sabio; porque no es sabio quien más sabe, sino quien más se interesa, quien más quiere, quien más cultiva la curiosidad… Para aprender algo por sí mismo…

… Y un pajarito hecho con dos piñas, que observa el paso del tiempo desde su rama de madera…

Ha variado poco el mundo en cincuenta años. La historia no se repite pero rima… Y la rima de algunos es algo más que consonante…

LA MUDANZA es una obra MAYOR, de las que hay que ver, de las que hay que sentir, con las que hay que emocionarse, reír… Y de las que te llegan directamente al corazón.

 

Da gusto ver actores que se dejan la piel y el alma en cada función. Eso hacen Celia Nadal y Javier Manzanera. Da gusto ver a compañías de teatro que luchan denodadamente por sobrevivir a pesar del 21%. Da gusto ver, saborear el trabajo, EL GRAN TRABAJO, de aquellos que son verdaderamente GRANDES… Por eso, a veces, es un placer abogar por las compañías teatrales formadas por gente luchadora que no lo ha tenido nunca demasiado fácil.