El Otro, de Miguel de Unamuno, llega a Madrid.

Está encerrado en nuestro cuarto. No me deja entrar. No me deja dormir con él. Me dice que no quiere que le espíe mientras sueña. Cuando le llamo por su nombre me dice No, sino el Otro. Y yo tengo miedo porque algo dentro del pecho me dice que algo terrible ha ocurrido.

Escrita en 1926 y estrenada seis años después, parece situarse en una difícil encrucijada entre la fascinación que sigue ejerciendo y su práctica desaparición de los escenarios.   El otro no es literatura dramática sino teatro. No es para ser leído sino para ser representado. El otro ha nacido para el teatro y para el teatro va.

Estrenada en el Teatro Español en 1932 trata, según las palabras del autor: ..de uno de esos temas eternos, más interesantes aun que el del amor: el de la personalidad. 

Cosme, en estado de semilocura, no permite que nadie le vea dormir por miedo a hablar en sueños. Ha roto todos los espejos de la casa y tampoco permite que se le llame por su nombre. Cuando Laura, su mujer se dirige a él como “Cosme” el replica; “no, sino el otro”. Ante las preguntas de Ernesto, neuropsiquiatra y hermano de Laura, Cosme le cuenta lo sucedido: Estaba, pues, como te digo, aquí conmigo, cuando me anunciaron al otro. Me vi entrar como si me hubiera desprendido de un espejo, y me vi sentado ahí, donde tú estás… Me vi entrar, y el otro… yo… se puso como estoy, como estás. Y se me quedó mirando a los ojos y mirándose en mis ojos. Y entonces sentí que se me derretía la conciencia, el alma; que empezaba a vivir, o mejor a desvivir, hacia atrás, como en una película que se haga correr al revés… Empecé a vivir hacia atrás, hacia el pasado, a reculones, arredrándome. Y desfiló mi vida y volví a tener veinte años, y diez, y cinco, y me hice niño, ¡niño! y desnací… y morí. Me morí al llegar a cuando nací, a cuando nacimos. Morí, sí. Y al rato resucité; pero sentado ahí, donde tú estás, y aquí, donde estoy, estaba mi cadáver.

Ficha artística

Dirección:                                        Mauricio García Lozano
Autoría:                                            Miguel de Unamuno / Alberto Conejero
Diseño de producción:                  Domingo Cruz
Escenografía y
coordinación artística:                   Diego Ramos
Actores
(por orden de aparición):             Celia Bermejo
Domingo Cruz
Carolina Lapausa
  José Vicente Moirón
   Silvia Marty

El Otro de Miguel de Unamuno Alberto Conejero es un proyecto de colaboración España/México con el apoyo de Iberescena. Espectáculo co-producido por El Desván Producciones y la Consejería de Cultura, Turismo y Deportes de la Junta de Extremadura.

Alberto Conejero dice:
Como el resto de la producción dramática deUnamunoEl otro (escrita en 1926 y estrenada seis años después) parece situarse en una difícil encrucijada entre la fascinación y que sigue ejerciendo y su práctica desaparición de los escenarios.

Por un lado, y de ahí la fascinación, el teatro de Unamuno quiso acercar la escena española a las vanguardias europeas. Se trata de un teatro audaz, sintético hasta la desnudez, abierto radicalmente a la experimentación, y que presenta un nuevo paradigma del personaje dramático.  No encontramos ya el intento ilusionista de construir el trasunto de una “persona real” sino la asunción plena de la naturaleza poética / ficcional del personaje.  El dramaturgo presenta una voz que ocupa un lugar indeterminado entre el actor y la ficción.  Esta voz se define por una serie de rasgos voluntariamente imprecisos. De este modo, cada personaje es uno y a la vez toda la humanidad. Es fácil rastrear la huella de Maeterlinck Ibsen, pero también la de sus coetáneos Evreinov Pirandello hasta descubrir su inesperada influencia en autores aparentemente tan lejanos como Fosse, Kane Rambert. Los temas de los que se ocupa —la mentira vital, la otredad, el misterio de la existencia ante un Dios ausente— no sólo no han ido perdie do interés sino que nos golpean con renovada fiereza.

Unamuno era plenamente consciente de que su teatro exigía a los espectadores un nuevo pacto de recepción, de colaboración (creo que a la gente le va a costar seguir mis ideas). Es un teatro que necesita de una escucha activa, cómplice, de una voluntad de misterio. De ahí el otro elemento de la encrucijada a la que me refería al inicio de estas líneas: el ostracismo del teatro de Unamuno de los escenarios. Ya en su época se le acusó de hacer un teatro demasiado literario. Es un juicio que, con distintos matices, se ha ido repitiendo a lo largo de las décadas. Unamuno reclamaba la teatralidad implícita en sus textos. En el caso que nos ocupa: El otro no es literatura dramática sino teatro. No es para ser leído sino para ser representado. El otro ha nacido para el teatro y para el teatro va.