OLIVIA Y EUGENIO.
Teatro Bellas Artes.
Autor: Herbert Morote.
Director: José Carlos Plaza.
Intérpretes: Concha Velasco y Rodrigo Raimondi.
LA VIDA MISMA.
Sí, estoy de acuerdo con Javier Vallejo. El desenlace de “Olivia y Eugenio” chirría. Es demasiado repentino. Está o parece demasiado forzado por rápido, por precipitado… No resulta en consonancia con el resto de la función, porque no tiene desarrollo. Se impone sin más, como si el autor se hubiera despistado y repentinamente pensase: “Uy, esto… No puede acabar así de mal, hay que cambiarlo”… Y no… No nos deja con la sensación adecuada…. No es un final grande, para una obra que tiene tal pretensión…
Por lo demás… No creo que éste sea un gran texto. Lo sería si hubiera sido concebido como el monólogo que es. Un monólogo en el que alguien con cáncer, alguien que reflexiona si vale la pena sufrir tanto, alguien que reflexiona sobre el sentido de la vida… lo hace en voz alta, ante cien personas… o ante sí misma… Porque Olivia reflexiona y repasa su vida, repasa su forma de pensar, sus errores, sus cambios de valores, de principios, la sociedad con la que le tocó vivir… Y la verdad que ha ido descubriendo con el paso “del calendario”… Y ya está, ni más ni menos.
Pero, sinceramente no me resulta veraz que una madre desarrolle toda esa argumentación una noche, tras visitar al oncólogo y volver a casa con la letal decisión tomada y dispuesta a ejecutar. No me lo creo. Y es que incluso, tengo la impresión de que es un monólogo, se trata de un monólogo al que se le ha añadido una réplica llamada Eugenio.
Como monólogo documental y expositivo me parece perfecto, entre otras cosas porque comulgo con todas las afirmaciones de Olivia, con todas las reflexiones de Olivia. Es una crítica feroz, consciente, acertada y perfectamente expuesta. Con firmeza, con dulzura. Con fuerza y también con la fragilidad propia de la situación por la que atraviesa el personaje.
Por otro lado, he visto a una Concha Velasco diferente. Sobre el escenario, y a mis ojos, no estaba la diva que vi siempre. Quizá este personaje le ha tocado de un modo especial. Más profundo… Hasta hacerla más humana.
Creo que en los escasos momentos de debilidad en los que cae Olivia se asoma la humanidad de Concha Velasco, la realidad compartida y eso sí es una verdad que llega y traspasa la cuarta pared… Incluso son una verdad palpable y grata algunos gestos, algunas sonrisas, algunas caricias que no Olivia, sino Concha Velasco regala al personaje de Hugo, al actor que se sienta frente a ella y la llama “Mami”… Casi son espontáneos o se muestran con una espontaneidad maravillosa. Más incluso, el momento en el que los dos se miran de frente y se dicen “te quiero”… No son los personajes los que se hacen tal declaración; son las dos personas que en ese momento están sobre el escenario y es un momento mágico.
Para mí “Olivia y Eugenio” es una declaración de prinpicios. La revelación de lo realmente valioso. Una reflexión lúcida de que lo que importa es vivir y hacerlo desde el corazón.