Fuenteovejuna es una obra teatral del Siglo de Oro español del dramaturgo Lope de Vega. Está considerada, con Peribáñez y el Comendador de Ocaña y El mejor alcalde, el rey, uno de los tres dramas “municipales” que constituyen lo mejor de su vasta obra dramática.1 nota 1 Fue compuesta en tres actos hacia 1613 y publicada en Madrid en 1618 dentro del volumen Dozena Parte de las Comedias de Lope de Vega.
Tomada de un hecho histórico, la trama se desarrolla en el pueblo cordobés de Fuente Ovejuna en tiempos de los Reyes Católicos (1474-1535). El drama se presenta con un protagonista colectivo (los habitantes del pueblo), como en la Numancia (1585) cervantina o en Los persas de Esquilo. Como ocurre con gran parte de los dramas de Shakespeare, el Fuenteovejuna de Lope ha llegado a conseguir categoría de símbolo, el del prototipo iconográfico-teatral de “la unión del pueblo contra la opresión y el atropello”.
Escrita entre 1612 y 1614,nota 4 desde la perspectiva del siglo XXI, Fuente Ovejuna aparece como una obra de contenido social y reivindicativo, en la que se representa la rebelión del pueblo llano, unido ante la tiranía y la injusticia en el contexto histórico de finales del siglo XV y principios del XVI. Un análisis superficial muestra el esquema de un conflicto social entre poderosos y oprimidos. En un triángulo representado por tres personajes (Fernán Gómez, Laurencia y Frondoso), el desencadenante de la acción es la aplicación del derecho de pernada reclamado por la máxima autoridad de la población, el Comendador Fernán Gómez, en la persona de Laurencia (que en una sociedad actual se consideraría doble violación), brava muchacha enamorada de Frondoso. Muchos analistas de la obra observan que tras el pretexto del abuso sexual del Comendador mayor de Calatrava, la rebelión tiene como fondo la lucha del partido de Juana la Beltraneja con los partidarios de Isabel la Católica.
Representaciones.
Entre las más destacadas:
Teatro Español, Madrid, 1903.
Adaptación: Ramón María del Valle-Inclán.
Intérpretes: María Guerrero, Fernando Díaz de Mendoza.
Teatro Español, 1932.
Dirección: Federico Oliver.
Intérpretes: Enrique Borrás, Ana Adamuz, Pedro Abad, Manuel Díaz González, Laura Bobé.
Teatro Español, Madrid, 1935 (tras su periplo con La Barraca desde 1933).
Director: Federico García Lorca.
Intérpretes: Margarita Xirgu, Enrique Borras.
Teatro Español, Madrid, 1944.
Director: Cayetano Luca de Tena.
Intérpretes: José María Seoane, Aurora Bautista, Porfiria Sanchiz, Rosita Yarza, Alfonso Muñoz, Conrado San Martín, Mercedes Prendes, Pilar Sala.
Teatro Español, Madrid, 1952.
Música: Roberto Carpio y Antonio Ramírez Ángel.
Intérpretes: Enrique Rambal y el cuerpo de baile de Cecilia Fuentes.
Teatro Cámara, Barcelona, 1954/1955.
Director: Rafael Richart.
Intérpretes: Amparo Soler Leal, Adolfo Marsillach, Berta Riaza.
Teatro Español, Madrid, 1956.
Director: José Tamayo.
Intérpretes: Manuel Dicenta, Andrés Mejuto, Ana María Méndez, Társila Criado, José Bruguera, Alfonso Muñoz, Aurora Bautista, Antonio Ferrandis, Javier Escriva, Manuel Tejada.
Teatro Español, Madrid, 1962.
Director: José Tamayo.
Intérpretes: Aurora Bautista, Fernando Guillen, José Rubio Urrea, Pilar Sala, Manuel Dicenta, Ricardo Merino, José Codoñer, Francisco Guijar, Antonio Gandia.
Teatro Español, Madrid, 1962.
Director: José Osuna.
Intérpretes: Analia Gade, Manuel Dicenta, Francisco Piquer Chanza.
Compañía Dramática Española, Madrid, 1970.
Director: José Osuna. .
Intérpretes: José María Rodero, María Fernanda D”Ocon, Estanis González.
Teatro Español, Madrid, 1984.
Director: José Osuna.
Intérpretes: Manuel de Blas, María Fernanda D”Ocon, Héctor Colome, Cristina Higueras, José Vivó, Miguel Ayones.
Teatro Popular de la Villa de Madrid, Madrid, 1988.
Director: Antonio Guirau.
Intérpretes: Natalia Dicenta, Luis Hostalot, Teo Martín, Francisco Piquer Chanza, María Luisa Armenteros, Paco Racionero, Alfonso del Real, María Silva.
Compañía Nacional de Teatro Clásico, Madrid, 1993.
Director: Adolfo Marsillach.
Intérpretes: Arturo Querejeta, César Dieguez, Juan Jose Otegui, Blanca Apilanez, Cayetana Guillen Cuervo, José Lifante, Aitor Tejada, Héctor Colome, Paco Racionero, Antonio Vico.
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ACTO TERCERO.
(…) Sale LAURENCIA, desmelenada
LAURENCIA: Dejadme entrar, que bien puedo,
en consejo de los hombres;
que bien puede una mujer,
si no a dar voto, a dar voces.
¿Conocéisme?
ESTEBAN: ¡Santo cielo!
¿No es mi hija?
JUAN ROJO: ¿No conoces
a Laurencia?
LAURENCIA: Vengo tal,
que mi diferencia os pone
en contingencia quién soy.
ESTEBAN: ¡Hija mía!
LAURENCIA: No me nombres
tu hija.
ESTEBAN: ¿Por qué, mis ojos?
¿Por qué?
LAURENCIA: Por muchas razones,
y sean las principales:
porque dejas que me roben
tiranos sin que me vengues,
traidores sin que me cobres.
Aún no era yo de Frondoso,
para que digas que tome,
como marido, venganza;
que aquí por tu cuenta corre;
que en tanto que de las bodas
no haya llegado la noche,
del padre, y no del marido,
la obligación presupone;
que en tanto que no me entregan
una joya, aunque la compren,
no ha de correr por mi cuenta
las guardas ni los ladrones.
Llevóme de vuestros ojos
a su casa Fernán Gómez;
la oveja al lobo dejáis
como cobardes pastores.
¿Qué dagas no vi en mi pecho?
¿Qué desatinos enormes,
qué palabras, qué amenazas,
y qué delitos atroces,
por rendir mi castidad
a sus apetitos torpes?
Mis cabellos ¿no lo dicen?
¿No se ven aquí los golpes
de la sangre y las señales?
¿Vosotros sois hombres nobles?
¿Vosotros padres y deudos?
¿Vosotros, que no se os rompen
las entrañas de dolor,
de verme en tantos dolores?
Ovejas sois, bien lo dice
de Fuenteovejuna el hombre.
Dadme unas armas a mí
pues sois piedras, pues sois tigres…
-Tigres no, porque feroces
siguen quien roba sus hijos,
matando los cazadores
antes que entren por el mar
y pos sus ondas se arrojen.
Liebres cobardes nacisteis;
bárbaros sois, no españoles.
Gallinas, ¡vuestras mujeres
sufrís que otros hombres gocen!
Poneos ruecas en la cinta.
¿Para qué os ceñís estoques?
¡Vive Dios, que he de trazar
que solas mujeres cobren
la honra de estos tiranos,
la sangre de estos traidores,
y que os han de tirar piedras,
hilanderas, maricones,
amujerados, cobardes,
y que mañana os adornen
nuestras tocas y basquiñas,
solimanes y colores!
A Frondoso quiere ya,
sin sentencia, sin pregones,
colgar el comendador
del almena de una torre;
de todos hará lo mismo;
y yo me huelgo, medio-hombres,
por que quede sin mujeres
esta villa honrada, y torne
aquel siglo de amazonas,
eterno espanto del orbe.
ESTEBAN: Yo, hija, no soy de aquellos
que permiten que los nombres
con esos títulos viles.
Iré solo, si se pone
todo el mundo contra mí.
JUAN ROJO: Y yo, por más que me asombre
la grandeza del contrario.
REGIDOR: ¡Muramos todos!
BARRILDO: Descoge
un lienzo al viento en un palo,
y mueran estos enormes.
JUAN ROJO: ¿Qué orden pensáis tener?
MENGO: Ir a matarle sin orden.
Juntad el pueblo a una voz;
que todos están conformes
en que los tiranos mueran.
ESTEBAN: Tomad espadas, lanzones,
ballestas, chuzos y palos.
MENGO: ¡Los reyes nuestros señores
vivan!
TODOS: ¡Vivan muchos años!
MENGO: ¡Mueran tiranos traidores!
TODOS: ¡Tiranos traidores, mueran!
(…)