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La palabra robot la inventó un dramaturgo y ahora parece hacer el camino de vuelta. Creadores japoneses incluyen androides en obras como La Metamorfosis de Kafka
No mucha gente sabe que en 1920 un dramaturgo checo llamado Karel Capek (contemporáneo de Frank Kafka) fue la primera persona que vislumbró el concepto moderno de robot. Descendiente de la palabra checa «robota» que significa trabajo o incluso en algunos contextos esclavo, Capek incluyó este nuevo concepto en una de sus primeras obras de teatro R.U.R. (Robots Universales Rossum). En esta representación teatral, se explica cómo el descubrimiento de un nuevo material biológico, da pie a la creación de una nueva raza de trabajadores aparentemente sumisos que acaban revelándose contra sus creadores.
Independientemente del apocalíptico final de esta obra (muy manoseado por la ciencia ficción a posteriori), es interesante ver cómo lo que surgió como un término para definir una figura teatral en los años 20, se acabó convirtiendo en uno de los campos más interesantes y vivos de la ciencia actual. A día de hoy, poco nos sorprende ver en las noticias y telediarios, avanzados robots que pueden correr como liebres, ver ciudades a vista de águila o incluso parecerse a nosotros mismos.
Hiroshi Ishiguro y el laboratorio de robótica avanzada de la Universidad de Osaka son conocidos por crear robots tremendamente realistas. Después de clonarse a sí mismo (Geminoid HI-4) como prueba fehaciente de sus ideas, dejando a medio mundo sorprendido y al otro asustado, el profesor Ishiguro ha intentado usar esta sorprendente tecnología en diferentes campos. Una de las más novedosas aplicaciones de este tipo de robots hiperrealistas está paradójicamente en su origen: el teatro.
Sayonara (adiós en japonés), fue la primera obra teatral en la que una androide (Geminoid F) compartía escenario con una actriz de carne y hueso. En esta representación, la actriz robótica interpretaba el papel de una mujer enferma a la que no le quedaba mucho tiempo de vida. Sayonara creó el primer precedente de obra artística dónde el público no sólo se emocionaba con la actuación de esta «estrella» robótica, sino que hacían cola (las entradas estuvieron agotadas durante los primeros meses de función) para ver exclusivamente a un robot sobre los escenarios.
Cartel de la obra Metamorfosis protagonizada por un robot.
El singular papel protagonista de la versión teatral de “La Metamorfosis” de Kafka es interpretado por un robot
No contentos con esto, el pasado mes de Octubre, los profesores Oriza (director del departamento de teatro en la Universidad de Osaka) e Ishiguro decidieron ir un paso más allá en su colaboración, introduciendo un nuevo «actor» (Repliee S1) dentro de la popular obra de Franz Kafka: La metamorfosis. En este caso, el singular papel protagonista (Gregor Samsa) es interpretado por este robot al que se le han remarcado sus rasgos robóticos para encajar más en el perfil. Repliee S1 interpreta su papel postrado en una cama desde la cual interactúa con los otros actores.
Es muy probable que uno de los claros signos de que el mundo de los robots está más cerca de lo que creemos, es que empecemos a ver sinergias y colaboraciones entre disciplinas (ingeniería y artes escénicas) que aparentemente tienen poco en común. A diferencia de los que pueden pensar que este tipo de tecnología puede ser una amenaza para los actores humanos. No pienso que el objetivo de este tipo de sinergias sea el sustituir a los artistas de carne y hueso, sino entender de qué manera se pueden crear gestos, movimientos e incluso actuaciones que puedan seguir emocionando al público por muchos años.