Desde el 3 de septiembre, Canícula, en la sala Cuarta Pared

caniculanews

“Hace un sol de justicia”, dice el hermano mayor. “De justicia, sí”, corrobora el de en medio. “Sí, de justicia”, repite el menor. El mayor: “¡Con lo contento que yo me había levantado!” El de en medio: “Esas cosas pasan, a veces”. El menor: “Cuando el sol cae de esa manera…” El de en medio: “Un sol de justicia”. Así comienza esta función. Este absurdo, este estilo y ese sol de justicia es el que abrasa esta Canícula de la autora Lola Blasco que el colectivo La Casa en el Árbol ha levantado en la sala Cuarta Pared. Un Evangelio apócrifo de una familia, de un país, como reza su subtítulo, que transita por los caminos del absurdo, el delirio y la crítica de forma insanamente gozosa.

La historia: el tercer hermano de una familia se encuentra en la habitación de un hospital, aquejado de un mal innombrado. Sus tres hermanos masculinos se encuentran en el sofá de la sala de espera mientras que las hermanas gemelas se apostan a la puerta de la habitación cual cancerbero. Una voz de ultratumba saldrá de la sala, y la transformación comenzará. Como dice el director Vicente Colomar en el programa de mano, “El desparpajo y la irreverencia del texto me parecieron las armas perfectas para analizar cómo las estructuras de poder se han servido del modelo de familia tradicional para instaurar y legitimar un modelo relacional inmovilista y sectario basado en un discurso que habla de patria, honor, deber, herencia y trabajo”. Los hermanos  (el tonto, el facha…) todos tienen su función en una familia en la que el espectador se ve incluído y reflejado sin remedio. Pero el tercero se rebelará contra las normas y pondrá en jaque la férrea estructura familiar. El texto de Lola Blasco es un demencial escaparate de la estupidez humana, sin olvidar establecer un vínculo de ternura con sus personajes que engancha al espectador. La escenografía, sencilla, deja el protagonismo a unos intérpretes guiados por el director Vicente Colomar con ritmo y un juego de réplicas y contrarréplicas que funciona como un mecanismo de relojería.
Todos los intérpretes son dignos de ser elogiados y se nota que disfrutan como locos con el trabajo que realizan. Las dos hermanas gemelas (Eva Trancón, con el personaje más desvalido de todos, y Nerea Moreno, con un sencillamente genial complejo de superioridad) son fantásticas, los tres hermanos (un tontito y divertidísimo Juan Antonio Lumbreras, el de en medio, estupendo Antonio Gómez, y el mayor, un Rulo Pardo que aparca momentáneamente su Sexpeare para interpretar de forma perfecta a este fascistoide), los tres son para mear y no echar gota. Y el hermano enfermo, el transformador, interpretado por Joshean Mauleon, tampoco tiene desperdicio.

Desde momentos dignos de los Hermanos Marx, hasta números musicales, pasando por monólogos al estilo del  más delirante telepredicador (pero lanzados por una especie de anticristo peludo con zapatos de tacón), todo cabe en esta función. Que, por sacarle algún defecto, solo se hace algo larga en los extensos monólogos del tercer hermano, que rompen con el ritmo general del espectáculo. Sólo por eso no resulta completamente redonda. Pero vamos, que se acerca bastante y es completamente recomendable. Una función surrealista, telúrica, mesiánica y cómica que conjuga un lenguaje litúrgico con el de andar por casa, para reír a mandibula batiente y formar parte de esta familia española tan extrema (y, por mucho que no lo queramos, reconocible). Preparaos para asistir al Apocalipsis de los valores tradicionales. “Por eso hace tanto calor, tanto calor de justicia…”

Desde el 3 al 19 de septiembre, de jueves a sábado en la sala Cuarta Pared.