A partir del 20 de enero “Tres hermanas” de Chéjov, en Los Teatros del Canal.

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La desesperación ante el presente y la esperanza de un cambio positivo en el futuro que permita la realización de sus más altas aspiraciones como artistas en un país que no ofrece alternativas, lleva a una compañía de actores españoles a montar TRES HERMANAS de Chejov, porque en ella cree descubrir como ante un espejo ciertas claves que le ayuden a comprender la realidad de su entorno más cercano. De esta forma y a pesar de su falta de medios, el colectivo inicia un viaje a su Moscú más deseado permitiendo que su realidad circundante y la de la ficción de la obra se retroalimenten en un espectáculo final.

Según una reflexión de Lee Trepanier, el estado de decadencia espiritual y material que caracteriza a las hermanas de la obra de Chejov y más concretamente a la sociedad aristocrática rusa de finales del siglo XIX, se puede comprender por una lectura de Musil “sobre la estupidez”. El novelista austríaco dice que “la causa de la decadencia de las sociedades cultas y su eventual colapso es la estupidez, que mas que una deficiencia es una falta de comprensión.” Naturalmente esto podría aplicarse también perfectamente a nuestra sociedad española y europea actual que, como consecuencia de la falta de comprensión o incapacidad de sus líderes ante lo que está sucediendo, ante la tan mencionada crisis, estúpidamente se están perdiendo una serie de valores en nuestro “Estado del bienestar”, mientras estúpidamente aparecen otros aspectos negativos por la insistencia de asumir una responsabilidad necesaria para mantener precisamente ese sistema.

Así la compañía de actores “Guindalera” interpreta que el desposeimiento espiritual y material de la casa de los Prozorov en TRES HERMANAS se puede comprender como resultado del estúpido comportamiento de sus protagonistas porque son incapaces de defender y preservar los valores aristocráticos de su condición, como el de belleza, sacrificio compartido y ocio, valores que los actores creen que defienden los nuevos colectivos que están apareciendo en nuestro país y que intentan preservar el llamado “Estado del bienestar“ europeo frente a la tan demandada y necesaria responsabilidad que reclaman estúpidamente muchos de nuestros líderes, insistiendo en el pragmatismo y la utilización de las personas como medio no como fin, para conseguir la riqueza que permita igualmente preservar ese mismo “Estado del bienestar”. Solidaridad frente a responsabilidad.
De esta forma en TRES HERMANAS el colectivo de actores que va a montar la obra, encuentra en el estudio de sus personajes, dos tipos diferentes de estupidez, una franca y honorable encarnada por las hermanas, entre otras cosas por la falta de comprensión y por lo tanto incapaces para enfrentarse ante las fuerzas que les destruirán y otra encarnada por Natacha, paradójicamente con un signo de inteligencia, porque consigue su propósito, pero que trae consigo la vulgaridad y el egoísmo burgués incapaz de empatizar con el sufrimiento ajeno. Así acudimos a una confrontación entre dos grupos de gente ante los problemas que plantea la vida en esa “casa común”. Natacha y Protopópov son representantes de una clase que saben exactamente lo que quieren y que logran alcanzar, cosa que los Prozorov son incapaces porque tienden a minar toda iniciativa personal. Son encantadores pero ineficaces. La vulgaridad de Natacha sin embargo, representante de valores burgueses con un comportamiento, eficaz y responsable, rechaza la sensibilidad de los Prozorov sobre sus altos propósitos de solidaridad en la búsqueda inmediata de soluciones a sus asuntos prácticos a su estatus y a sus inclinaciones sexuales. Las discusiones sobre ideas impracticables se sustituyen por el pragmatismo y el cálculo. Las cosas funcionarán en la casa según los deseos de la gente como Natacha y los valores defendidos por las hermanas se perderán.

Teniendo como fondo este panorama, la compañía de actores “Guindalera” va a vivenciar la experiencia de este drama lleno de ironías amargas, pero con muchos momentos dramáticamente cómicos, porque se ven a sí mismos como sus personajes, perdidos y sobrellevando sus fallos con fantasías de futuros felices. Pero también como ellos, en los momentos más bajos, encuentran la fuerza para levantarse al nivel de sus sueños sobre el futuro feliz de la humanidad. En nuestro montaje tanto los actores como los personajes de la ficción, ¡quieren vivir! Y aunque a veces lo hacen agónicamente, desperdiciando su energía en juegos o actitudes triviales, ¡quieren vivir! Con una fuerza vital y fe en el futuro. “La esperanza de una mejor vida y una profunda fe en el futuro” Pero a pesar de actuar con esa energía hacen sus vidas inútiles porque rechazan actuar para conseguir sus verdaderos objetivos, no hacen nada verdaderamente adecuado para construir sus vidas deseadas y eso además de trágico genera situaciones cómicas. Como decía una crítica americana después de ver la obra: “No encuentro sentido a que tres adultas gasten cuatro actos para no ir a Moscú cuando todo el tiempo tienen la posibilidad de comprar un billete de tren fácilmente.” De esta forma los personajes, como los actores que participan en la obra no se sumergen en sus tristezas, sino todo lo contrario, buscan la vida, la alegría y el coraje. Quieren vivir y ser activos emocionalmente, se levantan para vencer el duro e insoportable punto muerto en el que la vida les ha sumergido, aunque sus comportamientos triviales les impidan las acciones pertinentes que precisarían para sus diseños como personas.
La obra contiene una crítica al comportamiento de los personajes a los que se llega a amar porque se les comprende, como nosotros los actores amamos esa realidad a la que pertenecemos. Esperamos que todo eso induzca al público a criticar pero comprender esas vidas enfermizamente triviales. Chejov no solamente tenía cierta simpatía por sus personajes a los que amaba porque los comprendía y aunque pareciera juzgarlos con dureza, sus juicios no eran explícitos, no perdía su objetividad. Esperamos que el público reflexione sobre el comportamiento de sus personajes, los comprenda y por lo tanto llegue a amarlos a ellos como a nosotros los actores del intento.

TRES HERMANAS contiene una exploración constante entre la esperanza y la desolación, habla sobre la desesperación ante el presente y la esperanza de un futuro mejor. La carga de la pena y el fracaso está equilibrada e incluso trascendida por el anhelo de la felicidad y realización. Los actores de la compañía ante un cambio inminente y necesario en nuestra sociedad buscamos desesperadamente el equilibrio entre responsabilidad y solidaridad. Aquellos tiempos de la obra de Chejov son un eco de lo que posiblemente hoy, a principios del siglo XXI se percibe, la visión de un futuro en el que muchas cosas van a cambiar en un sentido u otro, todo depende de nosotros, pero queramos o no el cambio será de gran dimensión.

Juan Pastor: director de la puesta en escena.

Intérpretes: Victoria Dal Vera, María Pastor, Ariana Martínez, Raúl Fernández, Susana Hernáiz, Juan Pastor, José Bustos, José Troncoso, José Maya, Carles Moreu y Aurora Herrero

Hasta el 7 de febrero, en Los Teatros del Canal.