La Gaviota (en ruso: “?????”, Chayka) es una comedia en cuatro actos de Antón Chéjov escrita en 1896; es la primera de las que son generalmente consideradas las cuatro obras maestras del dramaturgo y escritor ruso.
La primera noche en que se presentó La Gaviota el 17 de octubre de 1896 en el estatal Teatro Aleksandrinski de San Petersburgo fue un desastre, abucheada por la audiencia. Vera Komissarzhévskaya, a quien algunos consideraban como la mejor actriz en Rusia, y quien, de acuerdo con Chéjov, hizo llorar a la gente en el papel de Nina durante los ensayos, fue intimidada por la hostil audiencia y perdió su voz.
Entre las representaciones de la obra en España, puede mencionarse en primer lugar la dirigida en 1959 en el Teatro Windsord de Barcelona, por Alberto González Vergel, interpretada por Amparo Soler Leal, Josefina de la Torre, Francisco Piquer y Mary Paz Ballesteros.5 Cuatro años más tardfe el mismo director lleva el montaje al Teatro Valle-Inclán de Madrid, contando con la interpretación de Asunción Sancho, Rafael Llamas, Ana María Noé y Mari Paz Ballesteros.
Cuatro años después el propio González Vergel se encargó de una versión para Televisión española, emitida en el espacio Estudio 1, con la participación de Luisa Sala, Julián Mateos, Fernando Rey y María Massip. En mayo de 1972 volvió a grabarse, esta vez con Irene Gutiérrez Caba, Julieta Serrano, José María Prada y Julián Mateos.
En 2004, la directora Amelia Ochandiano presentó con la compañía Teatro de la Danza una versión protagonizada por Roberto Enríquez, Carme Elías, Silvia Abascal, Pedro Casablanc, Jordi Dauder, Goizalde Núñez, Juan Antonio Quintana, entre otros. (permítanme recordarla, pues fue la primera vez que una servidora la vio, en el antiguo Teatro Albéniz y se quedó para siempre guardada en los bolsillos sin fin de la memoria más dulce y emocionada…)
(…)
TREPLIOV (conmovido)- ¡Nina! ¡Nina! Es usted…
usted… Tenía como un presentimiento, he sentido
una gran congoja todo el día. (Le quita el sombrero y la
toquilla.) Oh, mi niña buena, mi encanto. ¡Ha venido!
Nada de llantos, nada.
NINA- Hay alguien aquí.
TREPLIOV- No hay nadie.
NINA- Cierre las puertas; si no, entrarán.
TREPLIOV- No entrará nadie.
NINA- Irina Nikoláievna está aquí, lo sé. Cierre
las puertas…
TREPLIOV (cierra con llave la puerta de la derecha; se
acerca a la de la izquierda)- Esta no tiene cerradura.
Pondré un sillón. (Coloca un sillón contra la puerta.) No
tema, no entrará nadie.
NINA (le mira fijamente a la cara)- Déjeme que le
mire. (Volviendo la vista por la estancia.) Aquí no hace
frío, se está bien. Antes esto era el salón. ¿He cambiado
mucho?
TREPLIOV- Sí… Ha adelgazado y los ojos se le
han hecho mayores. Nina, ¡qué extraño me parece
verla! ¿Por qué no me ha permitido visitarla nunca?
¿Por qué no ha venido hasta ahora? Sé que vive usted
aquí hace casi una semana… Todos los días me
he acercado varias veces a su casa, me he quedado al
pie de su ventana, como un mendigo.
NINA- Tenía miedo de que me odiara. Todas
las noches sueño que usted me mira y no me reconoce.
¡Si usted supiera! Desde que he llegado no he
hecho más que venir hacia aquí… hacia el lago. He
estado muchas veces cerca de esta casa sin atreverme
a entrar. Sentémonos. (Se sientan.) Sentémonos y
hablemos, hablemos. Qué bien se está aquí, qué
acogedor, sin frío. ¿Oye el viento? Turguéniev dice,
en alguna parte: “Dichoso aquel que en noches como
ésta tiene un techo para cobijarse y un rincón
caliente.” Yo soy una gaviota… No, no es eso (Se
pasa la mano por la frente.) ¿De qué estaba hablando?
Sí… Turguéniev. “Y que Dios ayude a todos los peregrinos
sin albergue” … No es nada. (Llora.)
TREPLIOV- Nina, otra vez … ¡Nina!
NINA- No es nada, esto me alivia… Hace ya dos
años que no he llorado. Ayer, anochecido ya, vine al
jardín para ver si se conservaba aún nuestro teatro.
Todavía sigue en pie. Me puse a llorar por primera
vez después de dos años y me sentí consolada, se
me hizo más clara el alma. ¿Ve? Ya no lloro. (Le toma
de la mano.) Así, usted se ha convertido en un escritor
… Usted es escritor, yo soy actriz … También
nosotros hemos caído en el torbellino… Yo vivía
gozosa, como una niña: me despertaba por la mañana
y me ponía a cantar; le amaba a usted, soñaba
con la fama, ¿y ahora? Mañana a primera hora de la
mañana he de partir para Eléts, en tercera clase… en
compañía de mujiks, y en Eléts los mercaderes instruidos
me asediarán con sus galanterías. ¡Qué grosera
es la vida!
TREPLIOV- ¿Por qué a Eléts?
NINA- Me he contratado por todo el invierno.
Ya es hora de que me vaya.
TREPLIOV- Nina, yo la he maldecido a usted,
la he odiado, he roto sus cartas y fotografías, pero a
cada instante he tenido conciencia de que mi alma le
pertenece para siempre. No tengo fuerzas para dejar
de quererla, Nina. Desde que la perdí y empecé a
publicar, la vida se me ha hecho insoportable, sufro…
Es como si, de golpe, me hubieran arrancado
la juventud, y tengo la impresión de haber vivido
noventa años. Yo la invoco, beso la tierra por la que
usted ha pasado, dondequiera que miro se me figura
ver su rostro, esta dulce sonrisa que ha iluminado
los mejores años de mi vida…
NINA (desconcertada)- ¿ Por qué habla de este
modo? ¿Por qué habla de este modo?
TREPLIOV- Estoy solo, no hay afecto alguno
que me dé calor, tengo frío como en un subterráneo,
y cuanto escribo es seco, duro, tenebroso. ¡Quédese
aquí, Nina, se lo suplico, o déjeme partir con usted!
Nina se pone rápidamente el sombrero y la toquilla.
TREPLIOV- ¿Por qué, Nina? En nombre de
Dios, Nina… (Mira cómo ella se prepara para salir; pausa.)
NINA- El coche me espera frente al portillo. No
me acompañe, iré sola… (Entre lágrimas.) Deme un
poco de agua…
TREPLIOV (dándole un vaso de agua)- ¿Adónde va
usted ahora?
NINA- A la ciudad. (Pausa.) ¿Está aquí Irina Nikoláievna?
TREPLIOV- Sí… El jueves le telegrafiamos para
que viniera; mi tío se sentía mal.
NINA- ¿Por qué dice ha besado la tierra por la
que he andado? Merecería que me mataran. (Se apoya
inclinándose en la mesa.) ¡Estoy tan fatigada! Si pudiera
descansar… ¡Descansar! (Levanta la cabeza.) Soy una
gaviota… No es esto. Soy una actriz. ¡Oh, sí! (Oye las
risas de Arkádina y Trigorin, escucha con atención. Luego
corre hacia la puerta de la izquierda, mira por el agujero de la
cerradura.) También él está aquí… (Vuelve hacia Trepliov.)
Oh, sí… No importa… Sí.. . Él no creía en el
teatro, se burlaba siempre de mis sueños, y, poco a
poco, también yo dejé de creer y perdí el ánimo…
Añada a ello los tormentos del amor, los celos, el
miedo constante por el niño… Me volví mezquina,
insignificante, declamaba de manera absurda… No
sabía qué hacer con las manos, no sabía permanecer
en escena. No dominaba la voz. Usted no puede
comprender lo que se siente cuando uno se da
cuenta de que declama muy mal. Soy una gaviota.
No, no es esto… ¿Recuerda que mató una gaviota?
Casualmente llegó un hombre, la vio y por no tener
qué hacer, la sacrificó… Tema para un relato breve…
No es esto. .. (Se pasa la mano por la frente.) ¿De qué
estaba hablando?… Hablo de teatro… Ahora ya soy
una actriz de verdad, actúo con placer, con entusiasmo,
en escena me exalto y me siento magnífica.
Y ahora, desde que vivo aquí, pienso y siento que
día a día crecen las fuerzas de mi espíritu. . . Ahora
sí, ahora comprendo, Kostia, que en nuestro hacer –
da lo mismo que actuemos en escena o que escribamoslo
importante no es la fama, no es el brillo,
no es aquello con que yo soñaba, sino saber sufrir.
Aprende a llevar tu cruz y a creer. Yo creo y no
siento tanto dolor; cuando pienso en mi vocación
no tengo miedo a la vida.
TREPLIOV (triste)- Usted ha encontrado su camino,
sabe a dónde va. En cambio, yo sigo errando
en un caos de sueños e imágenes sin saber para qué
ni para quién es esto necesario. No tengo fe ni sé
cuál es mi verdadera vocación…
NINA (escuchando con atención)- Chis… Me voy.
Adiós. Cuando sea una gran actriz, venga a verme
trabajar. ¿Me lo promete? Ahora… (Le estrecha la mano.)
Ya es tarde. Apenas me sostengo de pie … estoy
extenuada, tengo hambre …
TREPLIOV- Quédese, le daré de cenar…
NINA- No, no … No me acompañe, llegaré sola
… El coche me espera cerca… ¿Así, ella le ha traído
consigo? Bah, no importa. Cuando vea a Trigorin,
no le diga nada… Le amo. Le amo con más fuerza
aún que antes… Tema para un relato breve… Le amo,
le amo apasionadamente, con desesperación. ¡Qué
bello era el pasado, Kostia! ¿Recuerda? Qué vida
clara, cálida, gozosa, pura, qué sentimientos, sentimientos
parecidos a bellas y delicadas flores. . . ¿Recuerda?.
. . (Recita.) “Los hombres, los leones, las
águilas y las perdices, los astados venados, los gansos,
las arañas, los callados peces pobladores de las
aguas, las estrellas marinas y los seres que no podían
ser vistos por el ojo humano, en una palabra, todas
las vidas, todas las vidas, todas las vidas, acabado su
triste ciclo, se han extinguido… Hace ya miles de
siglos que la tierra no lleva en sí ni un ser vivo y esta
pobre luna en vano enciende su farol. En el prado
ya no se despiertan las grullas con su grito ni se oye
el zumbar de los moscardones de mayo entre el follaje
de los tilos…” (Abraza con ímpetu a Trepliov y huye
por la puerta vidriera.)
(…)