LA PECHUGA DE LA SARDINA. SALA FRANCISCO NIEVA. TEATRO VALLE-INCLÁN.
LAURO OLMO.
VERSIÓN Y DIRECCIÓN: MANUEL CANSECO.
INTÉRPRETES: MARÍA GARRALÓN, AMPARO PAMPLONA, ALEJANDRA TORRAY, CRISTINA PALOMO, JESÚS CISNEROS, MARISOL MEMBRILLO Y JUAN CARLOS TALAVERA, ENTRE OTROS.
DESESPERANZAS DE AGUA SALADA.
Un ambiente protagónico avanza, amenazador, a través de unos prismáticos, de una puerta por la que se asoma el miedo, el prejuicio, la curiosidad malsana y los sueños pretéritos de la que en presente condena.
Una realidad paralizante y tirana. Una realidad femenina coarta mientras humilla; condena ahogando los sueños que se quedaron jóvenes en una mente que no supo madurar.
Imagino el espacio de esta obra en una película en blanco y negro… Triste. Como esas películas lejos de las vulgares españoladas tan populares… Películas como “Surcos”, “Nada”… O “Calle Mayor” (esta última protagonizada por otra “Soledad” soñadora… E ilusa…)
Esa casa de huéspedes oprime a sus habitantes como una lata a sus sardinas. A un tiempo, también esa casa es objeto de la represión de los que en su derredor pasean escupiendo su ignorancia, su desprecio, su prejuicio… Quizá sea comprensible que obras, textos, imágenes… Tan claras como la que Olmo nos ofrece, no fuese bien recibido en su momento… Si bien, el autor es compasivo con los personajes que pueden resultar odiosos. El espectador acaba descubriendo lo parecida que pudo ser Doña Elena a Soledad… Y comprende, en cierto modo, el método de defensa que aquélla adoptó para sobrevivir…
“Sobrevivir”… Ésa es la palabra. Si “la vida no puede caminar llevando en los tobillos unos prejuicios, unos pequeños seudodogmas que, como grilletes le dificultan (cuando no impiden) su devenir… Sí se puede sobrevivir… Y eso es por lo que optan nuestros femeninos personajes. Heroínas en un mundo absolutamente adverso.
Somos muchos quienes no conocíamos a este autor, este texto… Y es bueno que sean rescatados. Es bueno saber, conocer… Para conocernos y para ser mejores.
Es ésta una puesta en escena magnífica. La escenografía resulta más que acertada, la dirección es tan sutil como perfecta y la labor de los intérpretes, sobresaliente. Estos últimos han sabido extraer de cada personaje, en una obra coral como es ésta, en un tiempo tan corto, en un trabajo tan comedido, con unos diálogos tan escasos… tantos matices, tanta vida, tanta historia; pues ser espectador de “La pechuga de la sardina” es asomarse por un resquicio a un día cualquiera de la década de los años ¿cincuenta, principio de los sesenta? y con tan sólo una mirada a cada habitación, a cada persona, a cada ademán, a cada gesto… Saber quién es quién… quiénes fueron… Y quienes podrán ser…
Jesús Cisneros defiende muy bien un personaje tremendamente desagradable, injusto, machista, violento… Mentiroso. Juana (María Garralón) es una mujer contradictoria. Es fuerte, comprensiva. No juzga, respeta, escucha, comprende… Y a un tiempo, no puede vencer la sumisión que le debe a un marido parásito, lastre y pelele; mientras explota a una niña, Cándida… Menos cándida de lo que su nombre parece indicar.
Soledad (Alejandra Torray) sobrevive como protagonista de una historia de amor de película. Víctima, como sus convecinas, de la sociedad, de una errónea educación, de un machismo enfermizo… Busca un hombre bueno, tierno, amable, galante, respetuoso… A pesar de que su búsqueda es juzgada injustamente…
Esperanzador es el personaje de Paloma (Cristina Palomo) Una joven opositora que sabe que en cierto modo, se verá obligada a un matrimonio, pero también está convencida de vencer a las miradas, a los comentarios de las cotillas, chismosas y beatas… Y que tendrá que pasar por encima de todos ellos… Sin embargo, lo hará con compasión, porque conoce la amargura que respira bajo la negra vestimenta de las mujeres como Doña Elena.
Quién sabe qué pasará mañana…
Yo apuesto porque Soledad aprenda a ver la vida como es, con la ayuda de Juana, de Paloma… Apuesto porque las tres hagan de Conchita la madre de una sardina que nade libre… por las interminables aguas de un infinito mar… Apuesto porque Doña Elena admita y asuma sus sueños malogrados y que la compasión duerma junto a ella… Porque Cada uno de los personajes masculinos aprendan a respetar a la mujer… Y porque las mujeres de negro se respeten a sí mismas, para poder respetar a las de su género… Apuesto por abrir esa lata y que a través de sus ventanas entre la luz… Quizá pierda… Quizá no… Desde luego, ver esta función es ganar de antemano.